SOLTAR
Hace poco empecé a escribir en el nuevo sitio de La Nación @lnbienestar, e hice nota sobre este tema. Entrevisté a @delfinadeachaval + @javiercandarle + @alejandroschujman (genios). Y entre muchísimas cosas que me dijeron, hay algunas que hoy quiero rescatar por acá:
Decir hace bien
Porque a las palabras que no se dicen, no se las lleva el viento. Nos calan hondo. Y dejan huella. Porque decir libera. Descomprime. Acomoda. Decir es como levantarle la tapa a una olla a presión. Deja salir. ¿Cuánto pesa lo que no decimos? ¿A dónde va lo que nos guardamos, lo que callamos, lo que no podemos (sabemos) decir? Sí. A veces debemos aprender a decir (vale hacerlo en papelitos). No siempre es fácil. Tal vez decir sea un arte. Una virtud. Una forma de sanar (Otra de tantas). Una manera de amar >> Decir une. Acorta. Repara. Permite volver a empezar. O terminar. Que podamos decir ❤
Lunares con historia
En esa cicatriz había un lunar. Un lunar con historia. Un lunar que me salvó (y sanó) ➡️ Año 2017. Antebrazo derecho. El lunar me picaba. Mi hijo Bautista recién nacido lo tocaba. Él me lo marcó. Después vino un control (sí, una consulta de esas para las que nunca tenía tiempo). Y sacarlo porque era sospechoso. Esperar los resultados. No "esperar" el resultado. Un #melanoma. El #cáncer de piel más agresivo. El de menor incidencia pero mayor tasa de mortalidad. Las visitas a oncología. La cirugía nuevamente. Sacar ganglios de la axila para ver si había metástasis. Sentimientos encontrados. Pensamientos que no podía soltar. El amor de mi familia, mi marido, mis hijos, mis amigos. ¿El sol? ¿La genética? ¿La vida? No entender las causas. Preguntarme una y mil veces "para qué". Dos cicatrices en el brazo. Y finalmente, otra vez los resultados. Agradecer por haber hecho todo a tiempo. Porque éso hizo la diferencia. Sentir que volvía a ser yo. Ver que en realidad nunca más fui la misma. Porque hay cosas que suceden y lo cambian todo. Pero muchas veces reordenan prioridades y mueven el alma. Y si actuás a tiempo, tienen un final feliz ✨
Las páginas de la mañana
Siempre busqué habitar el mundo de una manera (+) creativa. Sabiendo que para eso hay que insistir, cambiar, transformar(nos), encender el alma, hurguetear las ganas. Porque como dicen por ahí, somos lo que repetimos una y otra vez.
El cuerpo como templo
"La forma en la que me alimento, tiene que ver con la forma en la que trabajo, la forma en la que me relaciono con los demás, y con la forma en la que descanso. La forma en la que me tomo un jugo, será la misma forma con la que mire un atardecer. La forma en la que me levante, será como disfrute mi día. Y la forma en la que me vincule conmigo, será como me vincule con el resto. Y no es que tenga que vivir las 24 horas "con conciencia". Pero sí pequeños ratos, momentos que me cambien el día. Que me transformen [Pausa] Puedo llevar amorosidad a cada cosa que haga. Ser más fiel a mis deseos y mi cuerpo. Expandirme desde lo que ya soy. Porque el bienestar está en las pequeñas elecciones que tomo cada día: en el plato de comida, en el ratito al sol, la lectura diaria, y en con quien comparto la vida [Pausa] Que el trabajo que haga, lo que coma, la manera en la que me hable, como me vista, y las personas con las que me vincule, coincidan con la forma en la que me quiero sentir (en un rato, mañana, en un mes, en un año). Disfrutando mi vida, bajo mis propias reglas. Que así sea".
Este es sólo un minimísimo resúmen del último taller que hice con @elisachapado -y no me quiero olvidar nunca-. Me dejó pensando mucho. Ahí hablamos del cuerpo como templo, y de la importancia de volver a nosotras mismas cuando nos perdamos, sanar, y explorar lo que ya se encuentra adentro. También de alimentación intuitiva, de cómo meditar, derribar creencias limitantes, y vivir más desde el disfrute. La idea fue sintonizar cuerpo, mente, alma y corazón ❤ ¿Qué dicen?