El celular en familia: acordar antes que prohibir
24.10.19
“Se la pasa mirando el celular”. “No me mira cuando le hablo”. “Sólo se entretiene con pantallas”. Si alguna de estas frases te suena, esta nota es para vos. Es que vivimos en un mundo atravesado por la tecnología, y cada vez más. Y muchas veces, si bien esto nos soluciona grandes temas cotidianos, también los entorpece. Y más con los hijos. ¿Cómo podemos hacer para que conviva la realidad virtual (para escuchar música, buscar información o jugar), con la real (una charla en familia, o un partido de fútbol en la plaza del barrio)?
En el marco de la campaña Phone Life Balance de Motorola, hablamos con Roxana Morduchowicz, consultora de la UNESCO en temas de educación y tecnologías, sobre cómo podemos empezar a implementar nuevas dinámicas para el uso de las tecnologías en la vida cotidiana de niños y adolescentes. Porque como en todo, el sano equilibrio es la clave: acá no se trata de prohibir, sino de priorizar la vida real, y combinar las pantallas con otras experiencias como caminar en un parque o leer un libro por ejemplo.
Morduchowicz cuenta que existen familias en las que los chicos no tienen ningún contacto con pantallas: “es una pérdida de tiempo" dicen algunas. “Los aísla de los demás”, comentan otras. También suma el dato de que ciertas escuelas no permiten el uso de dispositivos “para evitar que se pierda la creatividad, o porque con las pantallas ya no leen”. Pero ¿Es posible pensar en una familia o una escuela sin tecnologías?
La especialista explica que quizás sea viable, pero no conveniente: “El primer impedimento es la dificultad de ir a contramano de un mundo cada vez más poblado de pantallas. Ignorar la presencia de las tecnologías es fabricar para los niños un universo ficticio, alejado de la realidad y del siglo XXI en el que nacieron”, dice Morduchowicz. Y agrega: “Es impedirles que aprovechen el enorme potencial de Internet o que se integren a un medio –sus propios amigos- en el que las tecnologías forman parte de la vida diaria”.
Morduchowicz sostiene que los argumentos de quienes proponen excluir a los niños o adolescentes de las tecnologías son cuestionados en todo el mundo. Y lo explica así:
• Las pantallas no promueven aislamiento. De hecho, el primer uso que hacen los adolescentes de las tecnologías es comunicacional: navegar en las redes sociales o jugar en red con amigos.
• Tampoco limitan la lectura. Los niños y jóvenes de hoy no leen menos: lo hacen en otro soporte (pantalla), de otra manera (no lineal), y con otros fines (buscar información sobre un equipo de futbol o un grupo musical.)
• Por último, tampoco es cierto que restrinja la creatividad: cada vez más editoriales abren blogs a autores de literatura juvenil porque a sus lectores adolescentes les gusta intercambiar ideas sobre el libro o cambiar el final de la historia.
• Debemos tener claro que las tecnologías han transformado la manera en que ellos aprenden, leen, se informan, se entretienen, miran películas, ven series, escuchan música y se relacionan con los demás.
Ahora bien, ¿Hay algo que las familias podamos hacer para evitar el uso excesivo de las tecnologías en la casa? Sí.
• No equipar la habitación de los niños con pantallas. Las tecnologías en el cuarto favorecen más horas de uso por día y más en soledad. Es conveniente ubicarlas en espacios de circulación compartida: un comedor, una cocina o un escritorio.
• Acordar reglas familiares para el uso de las pantallas en la casa: almuerzos o cenas sin celular, domingos sin tecnologías o usos de pantallas que no superen las dos o tres horas.
• Leer un libro, compartir actividades en familia, ir a una plaza, a un club, a un cine, a un museo o a la casa de un amigo, pueden ser momentos apropiados para que estén libres de tecnología y que sus celulares pasen a un segundo plano.
• A su vez, es importante que los padres incorporen una nueva pregunta al diálogo familiar: “¿Qué hiciste hoy en Internet?” (Qué páginas web conociste, con quién te comunicaste, hubo algo que te gustó o algo que te enojó). Esta es la mejor manera de conocer, saber y compartir el uso que hacen los chicos de las tecnologías.
• Y por último, si los padres quieren evitar que los adolescentes miren el celular antes de levantarse de la cama (porque duermen con el móvil en su cuarto), hay una alternativa: por la noche dejar cargando todos los celulares en el comedor. No solo se evita así, que los chicos chequeen el celular desde la cama al despertarse por la mañana, sino que impide que duerman con el móvil encendido junto a ellos por la noche, conectados a la pantalla las 24 horas.
¿Alguna idea más para sumar?
Dato: Motorola acaba de lanzar al mercado el Motorola One Action, con un sistema de triple cámara + un sensor que permite grabar videos en vertical con una sola mano y reproducirlos horizontalmente en full HD. Un cine en tu bolsillo. Podés ver toda la info acá: https://www.motorola.com.ar/motorola-one-action/p
Una vida con sentido
“¿Y si la felicidad no fuera la respuesta? En una cultura obsesionada con la felicidad, los niveles de insatisfacción e infelicidad son más altos que nunca”, dice la periodista Emily Esfahani Smith en su libro “El arte de cultivar una vida con sentido” (Editorial Urano). Lo que la autora sostiene a lo largo de estas páginas, es que no es la felicidad lo que hace que la vida valga la pena, sino darle a nuestra existencia un sentido; algo que a la larga nos da un sentimiento de satisfacción más profundo y duradero que las meras emociones positivas.
Sin dudas esto se logra con el tiempo, y con pequeñas acciones diarias que podemos ir sumando, para estar más conectados con nosotros mismos y con nuestro entorno, encontrando un motivo (o varios), una pasión, y viviendo una vida más a conciencia, y menos en piloto automático. Lo interesante, es que existen distintas partes del mundo, en donde estas ideas empiezan a resonar cada vez con más fuerza. La clave está en poner el cuerpo en la experiencia. Ir y hacer. ¿Empezamos?
Los japoneses por ejemplo, hablan del Ikigai; un término que tiene que ver con encontrar un motivo para existir (algo que para ellos nos permitirá vivir una vida más larga, joven y feliz). El concepto abraza 10 leyes hermosas: mantenernos siempre activos (hacer las cosas que nos gustan, y aún después de haber terminado la vida laboral “oficial”, no quedarnos quietos), tomarnos las cosas con calma (porque las prisas son inversamente proporcionales a la calidad de vida), no comer hasta llenarnos (para preservar la salud, hay que comer un poco menos del hambre que tenemos), rodearnos de buenos amigos (el mejor elixir para disolver las preocupaciones), ponernos en forma (porque el ejercicio segrega las hormonas de la felicidad), sonreír a diario, reconectar con la naturaleza (para cargar las pilas del alma), dar las gracias (a todo lo que ilumina nuestro día), vivir el momento (porque todo lo que tenemos es el día de hoy), seguir nuestro Ikigai: según esta filosofía, todos tenemos una pasión, un talento único, que da sentido a nuestros días y nos empuja a dar lo mejor de nosotros mismos hasta el final. Como dicen ellos: “Si aún no lo encontraste, entonces la próxima misión será hacerlo”.
Otro caso es el de los daneses, para quienes el secreto del bienestar está en la magia que se esconde dentro de la palabra Hygge, que tiene que ver con el arte de vivir los momentos: escuchar el ruido de los pájaros, tomar un té en compañía, ver la luna llena, prender velas, comer algo rico, juntarse con amigos, estar en familia. Tanto lo practican, que se dice que Dinamarca es uno de los países más felices del mundo. ¿Un tip? Aprender a disfrutar de estas cosas simples sin centrarnos en un resultado como estamos acostumbrados (trabajamos para ganar dinero, vamos al gimnasio para bajar de peso, pasamos tiempo con gente para hacer networking). Así que la clave para empezar esta misma noche es sencilla: busquemos una linda peli o libro, manta, y al sillón. Y sí: apaguemos el celular.
El término Fika, es otro que se suma a la lista. Se trata de un concepto sueco que celebra “las pausas diarias” durante la jornada laboral, y que ellos relacionan directamente con la alta productividad. En general se hace dos o tres veces al día, y puede darse en el trabajo, en casa o en un barcito. La idea es que sea un espacio lindo: con música, luz tenue, libros, y siempre alrededor de una taza de café o té + algo rico. Un momento ideal para despejar la cabeza, conectarnos con nosotros mismos, y volver al trabajo con más lucidez y creatividad.
¿Por dónde empezarías?
Para seguir leyendo sobre estos temas, te recomendamos el libro “Ikigai”, de Héctor García y Francesc Miralle (Editorial Urano). También es muy linda lectura “Hygge”, de Meik Wiking (Editorial Planeta).
* Nota para Ser+Positivo (Pasen a chusmear)
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Sobre Mí
Soy Paz Berri. Periodista especializada en temáticas de bienestar y autoconocimiento. En este blog vas a encontrar todo lo que me inspira y hace mis días más felices: historias de mujeres creativas, reflexiones, y vida cotidiana.