Viajera apasionada
29.3.17
Yagmour: Moda + Pasión
16.3.17
Elegir ropa es todo un tema. Porque -por lo menos para mí-, no se trata solamente de que algo me guste, sino de identificarme con las marcas: con sus valores, con el mensaje que transmiten, y también con las personas que hay detrás, sus hilos y puntadas. A Yagmour la conozco desde hace muchos años. Pero no así a Herminia y Noelia, las directoras y creativas que están al frente de la firma. Ellas son las hijas de Rubén y Ricardo (Yagmourian), quienes la pusieron en la calle hace 45 años. Así que las contacté y charlamos de todo: del trabajo diario, de su rol como madres y empresarias, de la "democratización" de la moda, y obvio, de las nuevas tendencias para el invierno.
Piensen que desde chiquitas juegan con telas, y hasta hacían los deberes en las mesas de corte. Así que la tienen clarísima: Herminia (hija de Rubén) siempre supo que iba a trabajar ahí, de hecho estudió Diseño de Indumentaria. Noelia, que siguió Bellas Artes, se sumó unos años después (en el 2005). Las dos están casadas y son madres. Y como muchas de nosotras, buscan el equilibrio cada día entre el trabajo, hacer lo que les gusta, y compartir con los hijos todo el tiempo que puedan (bendita búsqueda si las hay).
Volvamos a la marca. El cuento es que una vez que tomaron la posta (siempre con la misma pasión que tenían sus padres), apuntaron a modernizarla pero conservando la filosofía que la vio nacer. Algo de eso vemos en el tema de la "democratización" de la moda. A pesar de los años y de todo lo que sucede en este "mundillo fashion", Yagmour sigue ofreciendo una propuesta súper amplia de precios y talles. Y otro ítem piola es que supieron conservar los básicos de siempre, sumando prendas que son tendencia. Y ni qué hablar del e-shop, y de todos los looks que se mueven en las redes sociales al ritmo de las temporadas (y de nuestras ganas).
¿Qué se viene para el otoño-invierno? La campaña se llama “Florecer”, está inspirada en los jardines invernales y pensada para una mujer romántica y femenina. Los protagonistas indiscutidos son los bordados florales, las texturas aterciopeladas y un gran universo de prints, encabezado por el animal en diferentes variantes (¿vieron que el animal ya es un básico?). Los colores que mandan son el cereza y el morado profundo, con acentos de tangerine y rosa quarzo.
Chusmeen la colección completa en la web, FB, o en Instagram ------- #YGM
Redes Felices (PARTE 3)
1.3.17
Las redes sociales siguen generándome sentimientos encontrados (muy encontrados). Cuando arranqué el blog hice una nota sobre el tema, a los días saqué la Segunda Parte,
y después de ocho meses nadando en esta blogósfera, tengo la necesidad
de hablar un poco más. Y la que me disparó el tema fue Marina de Solo para Mí, con su post “La pifio seguido ¿y qué?”.
El punto clave acá es “la perfección”. Es que tantas fotos, momentos y espacios compartidos, hacen creer a quienes nos leen, que podríamos llegar a estar viviendo vidas perfectas. Y nada más alejado de eso. Lo que vemos en las fotos, en los posts, o en las notas de los blogs, son tan solo partecitas de nuestros días.
En mi caso, el blog se creó con un sentido: el de compartir los datos de aquellas cosas o lugares que hacen mi vida más feliz (que no quiere decir perfecta), con una estética linda para contarlo. Después, lo que sucede en mi vida no es tan prolijito. Me pasan las mismas cosas que al resto: me encanta y agota la maternidad, me corrigen mi trabajo, dudo (mucho) sobre mis decisiones, mi casa también se desordena, no veo las horas de que arranquen las clases para organizar un poco las rutinas, me sobran algunos kilos post-parto y me como las uñas, entre otras tantas.
Pero mi blog no es mi vida. Mi blog es un espacio, ínfimo de eso. Y me gusta compartir con quienes me siguen, un lindo libro, una buena receta, un tip de moda, un lugar piola para conocer, o una crema para que no se nos caiga la cara (exagerada). Seguramente alguna vez mencione a mis hijos en un escrito, o cuente sentimientos muy profundos de lo que me generó la maternidad (como en este post), porque siento que eso también suma y acerca. Pero siempre es un poco y un poco.
La intención con este post, es correr el velo a esa idea de que las vidas en Instagram son perfectas. Y sacar esa mochila pesada que esto carga sobre muchas de nosotras. Porque yo no tengo tanto tiempo para hacerme las manos, y alguna vez, hasta por hacer una foto más atractiva me pinté sólo una uña. Sí, una sola. La que se veía. ¿Y saben qué? ¡Muchas me dijeron que estaba mal pintada! Y si bien fueron amigas y nos reímos de esa “desgracia” juntas, pensé al mismo tiempo qué contradictorio que es todo: porque por un lado hablamos de relajarnos y nos indigna la perfección, y por el otro nos marcamos esas cosas. ¿Entonces queremos la uña desprolija porque antes de sacar la foto tu hijo te la corrió, o la uña perfecta para que todo combine?
Detrás de estas cuentas, hay seres normales. Así que cuando vean un paisaje lindo como este, sepan que también había chicos merendando y gritando, y madres intentando hablar “de corrido” una hora como muchísimo. O una ensalada como esta, no se olviden que es la de mi única uña (mal)-pintada… pero me encantó la idea de los zapallitos para compartirles. Y cuando se detengan en esta foto, no crean que me pasé el verano pintando libros. No veo las horas de que empiecen las clases para hacer una hoja aunque sea…pero quise que lo conozcan. Y así miles. La idea es acompañarnos y hacernos la vida más llevadera y divertida: la de ustedes y la mía.
Ah: y mi teclado no es tan blanco como se ve en la foto de apertura…para eso existen los filtros de Instagram 😜.
El punto clave acá es “la perfección”. Es que tantas fotos, momentos y espacios compartidos, hacen creer a quienes nos leen, que podríamos llegar a estar viviendo vidas perfectas. Y nada más alejado de eso. Lo que vemos en las fotos, en los posts, o en las notas de los blogs, son tan solo partecitas de nuestros días.
En mi caso, el blog se creó con un sentido: el de compartir los datos de aquellas cosas o lugares que hacen mi vida más feliz (que no quiere decir perfecta), con una estética linda para contarlo. Después, lo que sucede en mi vida no es tan prolijito. Me pasan las mismas cosas que al resto: me encanta y agota la maternidad, me corrigen mi trabajo, dudo (mucho) sobre mis decisiones, mi casa también se desordena, no veo las horas de que arranquen las clases para organizar un poco las rutinas, me sobran algunos kilos post-parto y me como las uñas, entre otras tantas.
Pero mi blog no es mi vida. Mi blog es un espacio, ínfimo de eso. Y me gusta compartir con quienes me siguen, un lindo libro, una buena receta, un tip de moda, un lugar piola para conocer, o una crema para que no se nos caiga la cara (exagerada). Seguramente alguna vez mencione a mis hijos en un escrito, o cuente sentimientos muy profundos de lo que me generó la maternidad (como en este post), porque siento que eso también suma y acerca. Pero siempre es un poco y un poco.
La intención con este post, es correr el velo a esa idea de que las vidas en Instagram son perfectas. Y sacar esa mochila pesada que esto carga sobre muchas de nosotras. Porque yo no tengo tanto tiempo para hacerme las manos, y alguna vez, hasta por hacer una foto más atractiva me pinté sólo una uña. Sí, una sola. La que se veía. ¿Y saben qué? ¡Muchas me dijeron que estaba mal pintada! Y si bien fueron amigas y nos reímos de esa “desgracia” juntas, pensé al mismo tiempo qué contradictorio que es todo: porque por un lado hablamos de relajarnos y nos indigna la perfección, y por el otro nos marcamos esas cosas. ¿Entonces queremos la uña desprolija porque antes de sacar la foto tu hijo te la corrió, o la uña perfecta para que todo combine?
Detrás de estas cuentas, hay seres normales. Así que cuando vean un paisaje lindo como este, sepan que también había chicos merendando y gritando, y madres intentando hablar “de corrido” una hora como muchísimo. O una ensalada como esta, no se olviden que es la de mi única uña (mal)-pintada… pero me encantó la idea de los zapallitos para compartirles. Y cuando se detengan en esta foto, no crean que me pasé el verano pintando libros. No veo las horas de que empiecen las clases para hacer una hoja aunque sea…pero quise que lo conozcan. Y así miles. La idea es acompañarnos y hacernos la vida más llevadera y divertida: la de ustedes y la mía.
Ah: y mi teclado no es tan blanco como se ve en la foto de apertura…para eso existen los filtros de Instagram 😜.
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Sobre Mí
Soy Paz Berri. Periodista de belleza y lifestyle en revista Hola Argentina (Grupo de Revistas La Nación). En este blog vas a encontrar todo lo que me inspira y hace mis días más felices: historias de mujeres creativas, bienestar, reflexiones, y vida cotidiana.