Bajar las expectativas
Cuando creemos que deberíamos estar haciendo más de lo que hacemos. O nos pone mal que no fuimos con alguien/algo -tanto- como hubiéramos deseado (inserte aquí esa culpa). O quisiéramos ser madres más pacientes. O ser madres. O mejores parejas. O amigas más presentes. O nos olvidamos de un zoom. Y de pagar a tiempo las cuentas. O seguimos sin poder armar el taller online que nos prometimos allá por 2020. Cuando la vida se define bajo el lema: "barullo mental". Y los metros cuadrados nos quedan chicos. O pensamos que ya tendríamos que haber cambiado de trabajo. O triunfado (?). O bla, bla, bla.
Ser quienes -de verdad- somos
"Que a veces nos perdemos a nosotras mismas. Porque aprendemos a ocultar quiénes somos para convertirnos en lo que el mundo espera que seamos. Hasta que llega un momento de la vida, en el que tal vez nos preguntamos: ¿Qué parte de todo esto fue idea mía? ¿Quién era yo antes de convertirme en la persona que el mundo me dijo que fuera? Que nuestras emociones, intuición, imaginación, y valor, son las llaves de la libertad. Porque todo eso somos nosotras. Pero: ¿Tendremos el valor de abrir nuestros cerrojos? Que estar viva es hallarse en un estado de revolución perpetua. Que la vida es pura alquimia y las emociones son el fuego que nos convierte en oro. Que cuando entendemos -por fin- que complacer al mundo es imposible, somos libres para descubrir cómo complacernos a nosotras mismas. Que no podemos hacer contorsiones para encajar en el orden visible. Debemos desatarnos y observar cómo el mundo se reordena ante nuestros ojos. Que la vida más hermosa y auténtica nunca promete ser fácil. Tenemos que renunciar a la mentira de que debería serlo. Que una mujer que está llena de sí misma confía en ella lo suficiente como para decir y hacer lo que hay que hacer. Que el objetivo no es que permanezcamos siempre iguales, sino vivir de tal modo que cada día, año, momento, relación y crisis, sean la materia prima de una versión más auténtica, más hermosa de nosotras mismas. Que ser valiente no significa hacer algo a pesar del miedo. Implica vivir desde lo que te sale de adentro. Significa mirar hacia adentro en cualquier momento de incertidumbre, tantear el "Saber" y expresarlo en voz alta. Que somos responsables de contar la verdad, pero no de la reacción de nadie a esa verdad. Que no importa qué pensemos de la vida de los demás. Pero importa enormemente lo que pensemos de nuestra propia vida" ✨
Este mini resúmen es del libro #Indomable ["Deja de complacer, empieza a vivir"] de @glennondoyle (novedad de @uranoargentina). A partir de su testimonio de vida, Glennon nos invita a volver a escuchar nuestra propia voz; cualquiera sea el motivo por el que la hayamos perdido 🙏 Hermoso. ¿Les resuena algo de todo esto? ♥️
Escribo para volver a mí
Siempre digo que cuando tengo que escribir "Quién soy" se me confunde con "Qué soy". Y no sé si va primero uno o el otro. Porque escribir forma parte de mi ADN. Es un amor que nació conmigo. Escribir me sanó y salvó muchas veces. Escribir me conecta con mis luces y sombras. Me encuentra cuando estoy perdida. Me ordena. Entonces escribo para drenar pensamientos, emociones, ganas. Escribo por placer. Y también por trabajo. Y ahí donde esos dos propósitos se juntan, se produce magia ✨
Cuando era chica no sabía específicamente que de grande iba a ser #periodista. No le ponía ese nombre. Yo decía que quería escribir. Y a medida que atesoraba pilas de diarios íntimos, cuadernos con frases, y libros subrayados, terminé el colegio y me vine a Buenos Aires (soy de Laboulaye, al sur de Córdoba). Estudié Ciencias de la Comunicación en la UBA, y empecé a trabajar en medios: diarios, suplementos, revistas femeninas y webs. Después vino el blog y el Instagram. Y todo siempre tuvo el mismo hilo conductor: mis letras + mis búsquedas. Sumé a mi oficio y profesión, una necesidad muy propia: la de encontrar sentido, la de hurguetear la vida, la de conocer nuevas maneras para vivir mejor 🙏
Una vez, leyendo a Eduardo Sacheri, él decía que "escribía para responderse preguntas". Y sus palabras fueron una gran revelación para mí. "Yo hago eso", sentí. Me llevó un tiempo descubrir por qué escribía o cuáles eran las motivaciones en cada uno de mis textos. Hasta que percibí que eran sólo excusas para volver a mí. Para indagar temáticas que yo misma necesitaba responderme ❤️
Hoy es el #DíaDelPeriodista, y quiero darles las gracias por leerme y estar del otro lado (me encanta cuando veo que mis búsquedas son sus búsquedas). Y también gracias a todos los medios gráficos y digitales (+ sus editoras/res), que me enseñaron y siguen enseñando tanto ❤️
* La foto del post fue tomada con un celular Motorola g9 Power (www.motorola.com.ar)
Cuando duelar duele
La pandemia puso sobre la mesa un tema tan doloroso como silenciado: la muerte. En este contexto escuchamos hablar de duelos y pérdidas, como nunca antes. Y los miedos aumentaron tanto, como nuestra conciencia acerca de la finitud de la vida.
Esta idea me viene dando vueltas hace días. Y como hablar sana (y salva), charlé con Vale Schwalb, psicóloga especialista en resiliencia y escritora. Porque como ella dice, tal vez hoy que es inevitable hablar de la muerte, sea momento de revisar lo que nos pasa con ella, y hasta incorporarla como parte de la naturaleza humana.
Vale, ¿Qué significa DUELAR?
Duelar es hacer el duelo, el proceso por el que se atraviesa para elaborar la muerte de una persona o de un proyecto. Es el trabajo que se pone en marcha en el duelo (se llama "trabajo" porque requiere de nuestra acción).
¿Por qué nos cuesta tanto hablar de la muerte?
Porque en nuestra cultura no tenemos educación al respecto. Vivimos negando el último proceso vital, aún sabiendo que es lo único que a todos nos pasará en algún momento. En otras culturas, el tema de la muerte es tratado con mucha naturalidad y se incluye a quienes ya no están físicamente como legado para la historia familiar. La misión de recordar a quienes fallecieron, es muy sanadora y aliviadora.
¿Qué es lo primero que le dirías a alguien que hoy está atravesando un duelo?
Lo primero que le diría es que no se quede solo en lo posible, que busque una red de apoyo, aunque sea virtual. Que así como cuando duele algún lugar del cuerpo consultamos a un especialista, en este caso también es bueno tener apoyo de un especialista profesional (que sea profesional de la salud mental). También le diría que el trabajo de duelo duele, pero que es necesario pasarlo para sanar ese dolor. Y que aunque no nos guste, también es una oportunidad única para conocernos como jamás llegaríamos a hacerlo.
Debe ser difícil poder ver la muerte de un ser querido "como oportunidad de algo"...
Sí, nadie elige perder a un ser querido. Pero si nos toca pasarlo porque así la vida lo impone, entonces que eso sirva para algo. Que sea un disparador para mejorar propias versiones. Debemos saber que quienes nos quedamos de este lado, tenemos la tarea de perpetuar y trascender la vida de quien murió y no su muerte. Es un gran trabajo el duelo, el más difícil -creo yo- que el ser humano debe pasar en la vida. Por eso es bueno poder hablar y prepararnos para tener recursos.
¿Cómo nos recomendás acompañar a quienes estén atravesando la pérdida de un ser querido?
En primer lugar no racionalizar las emociones. Como dije antes, el duelo duele (es un proceso normal). Entonces la tarea es el acompañamiento emocional: sostener con amor, abrazar el dolor del otro, escucharlo sin juicios. La tarea que podemos realizar es aliviarle lo cotidiano: desde cocinarles o ir a pagarle las cuentas, hasta quedarnos al lado en silencio. Y preguntar, para poder saber qué es lo mejor para el otro. La tarea de quien acompaña es preguntar, y la tarea de quien está duelando es aprender a pedir lo que necesita.
¿Hay un tiempo para sanar la pérdida?
El tiempo es personal, pero sabemos que hay tiempos que indican "normalidad" y otros que nos dan cuenta de procesos que son patológicos. El primer año es duro porque es la primera vez de todo sin la persona que amamos. Después vienen otras dificultades y dolores, pero se van aprendiendo modos de pararse frente a lo que nos toca vivir. Los tiempos a respetar son los de quienes están sufriendo, no de quien acompaña.
Me acuerdo algo que contaste de una psicóloga que una vez te dijo que "aún no habías superado la pérdida" de tu hija. Y lo que vos sentiste con respecto a esto. Me gustaría que nos dejes ese mensaje.
Recuerdo haber ido a una sesión de terapia ya pasados siete años de la muerte de mi hija Juli. Ese día justo era la fecha de aniversario de su nacimiento, digamos que no podía festejar su cumpleaños porque ya no estaba físicamente conmigo y yo no tenía un buen día. Cuando llegué, mi psicóloga me preguntó qué es lo que me pasaba y le conté. Su intervención fue que "si yo me ponía así de mal, era porque no había superado la muerte de mi hija". Yo había tenidos dos hijas más y por ese entonces ya había escrito mi primer libro, venía luchando fuerte para que mi matrimonio de entonces funcionara, trabajaba todo el día. Y pensé: ¿Qué más podría estar haciendo para querer estar bien? Pero “superar”…. ¿Podía acaso superar la muerte de mi hija? ¿Alguna vez, en la fecha de aniversario de su nacimiento iba a no dolerme? No volví a esa psicóloga, pero aprendí una enorme lección. La muerte de un hijo no se supera. Sí se sana profundamente, pero no se cura con un remedio. Aprender a entrar y salir del dolor lleva su tiempo, pero se puede.
La otra vez leí a alguien decir que "la muerte es lo que verdaderamente nos conecta con la vida". ¿Creés que es así?
La muerte es el final de la vida, el último momento de la existencia. Yo creo que tomar conciencia sobre ese último momento es crucial para que abramos los ojos en la vida. Sabernos mortales nos conecta con la finitud, nos permite perdonar más, disfrutar más y por sobre todo nos enseña que el tiempo es lo más valioso que poseemos y que somos nosotros los administradores.
Gran aprendizaje, que olvidamos tantas veces...
Nadie agradece perder a alguien que ama. Pero cuando nos toca pasarlo, ¿Por qué no tomar el aprendizaje que de eso deviene? La vida es un milagro, no es un regalo eterno. Tenemos fecha de vencimiento en un envase llamado cuerpo, y ese tiempo es único y limitado. ¿Cómo voy a administrar mi vida? Esa es una decisión muy personal.
Hay una frase de Buda que dice "El problema es que crees que tienes tiempo". Me gustaría tener tu mirada.
Un poco lo que decía antes. El tiempo es el valor más preciado del ser humano. Creer que tenemos tiempo nos hace llegar tarde. La vida es hoy, y la vida es un ratito. Tal como cuando éramos niños y nos venían a buscar nuestros padres a la casa de nuestros amigos cuando la estábamos pasando mejor, así debiera de encontrarnos la muerte cuando llegue. Tomar conciencia de la muerte nos invita a vivir con más humildad y más amor. Las personas que sufrieron un dolor grande aprenden a ser más humanas.
El otro día leía a Sergio Sinay, que reflexionaba sobre estos temas y se preguntaba: "¿Para qué queremos sobrevivir a esta pandemia?". Fuerte. ¿Qué pensás?
Tener un para qué, es tener un motivo para seguir, para vivir. Pienso que el ser humano no puede vivir sin deseos y que está muy bien que podamos pensar en el día después de esta pandemia y no solo en el durante. Habrá un día después y sería bueno que este tiempo también nos sea de aprendizaje. Como si pudiéramos contar algún día: "Sabés que por el año 2020 hubo una pandemia y por aquel entonces yo hice esto o aquello otro, y a partir de eso cambió esto o aquello otro…. O me di cuenta de tal o cual cosa…". Éste también es nuestro tiempo vital. Pasarlo sin vivirlo, es desperdiciar oro.
¿Se puede vivir cada día "como si fuera el último"? Una frase que escuchamos a menudo.
Nadie puede vivir cada día como si fuera el último día. Nadie despide a la mañana a su familia como si no fuera a verlos nunca más. La conciencia de la muerte nos invita al desafío de vivir la vida sabiéndonos mortales para poder andar con los ojos abiertos y los sentidos expandidos, no para andar penando el día en el que ya no estemos físicamente. Planificar un buen final, tiene que ver con que la muerte nos encuentre viviendo conscientes y generando alrededor aquello que deseamos, que ni la muerte se pueda llevar: nuestro legado personal.
Vale, ¿Una idea final que quieras dejar?
Que mientras estemos sanos, aprovechemos para trabajar el mensaje que queramos dejar cuando ya no estemos. Si quienes nos quedamos entendemos que tenemos la tarea de tomar ese legado para llevarlo a trascender, generamos una complicidad llena de magia y amor. Una conexión que no será mejor que la que teníamos al estar con vida, pero sí la que podemos tener ahora desde lo que me gusta llamar "el wifi del alma".
❤
Pueden seguir a Vale en su IG @valeriaschwalb
*A esta nota la sobrevuelan infinidad de mariposas, que desde el cielo nos manda Juli, la hija de Vale 🙏
* La foto de la nota fue tomada con un celular Motorola g9 Power (www.motorola.com.ar)
Un lunar que me salvó (y sanó)
En esa cicatriz había un lunar. Un lunar que me salvó (y sanó).
Año 2017. Antebrazo derecho. Un lunar que me picaba. Mi hijo Bautista recién nacido que lo tocaba. Un control a tiempo. Sacarlo. Esperar los resultados. No "esperar" el resultado. Un #melanoma. El #cáncer de piel más agresivo. El de menor incidencia pero mayor tasa de mortalidad. Las visitas a oncología. La cirugía nuevamente. Sacar ganglios de la axila para ver si había metástasis. Sentimientos encontrados. Pensamientos que no podía soltar. El amor de mi familia, de mi marido, mis hijos, mis amigos. ¿El sol? ¿La genética? ¿La vida? No entender las causas. Preguntarme una y mil veces "para qué". Dos cicatrices en el brazo. Y finalmente, otra vez los resultados. Agradecer por haber hecho todo a tiempo. Porque el tiempo (+ Dios) me salvaron. Sentir que volvía a ser yo. Ver que en realidad nunca más fui la misma. Porque hay cosas que suceden y lo cambian todo. Pero muchas veces reordenan prioridades. Acomodan amores. Apuran las ganas. Mueven el alma ✨