Bautista cumple un año (y las emociones de ser mamá)
26.9.16
El viernes Bautista cumple un año. Y tal como me pasó con cada previa a los cumpleaños de Olivia (la mayor), con él también tengo un nudo en el estómago. Como si estuviera reviviendo los días anteriores a su nacimiento, los miedos, las emociones, la incertidumbre de no saber cómo será lo que viene. Yo siento que la maternidad te atraviesa el cuerpo y el alma. Nunca más volvés a ser la misma.
Vieron que siempre se habla de la "depre post parto". Recuerdo alguna vez haber leído una nota sobre este tema, pero con un título genial. Decía: "¿Depresión post parto o el nacimiento de una nueva mujer?". Nunca tan cierto. En general, al instante de parir se nos pide que seamos las de siempre, pero ahora con un hijo (ni más, ni menos). No muchos saben ver más allá, y entender todo lo que nos pasa. No estamos deprimidas, estamos tratando de reacomodar las piezas de nuestro cuerpo-mente-espíritu. Estamos rearmándonos.
El día que salí de la clínica con Bauti en brazos y "mi alma en la mano", con lágrimas que no lograba contener (creo que esto ya lo dije en algún otro post), pensaba en las famosas que se fotografian en la puerta de la clínica antes de volver a casa. Nada más alejado de esas imágenes vivía yo. Me sentía tan en carne viva, tan frágil y poderosa a la vez, tan en otra dimensión. Y los días transcurrieron. Algunos más fáciles, otros más difíciles. Algunos con más certezas, otros con más dudas. Pocos con claras seguridades, muchos llenos de miedos. Tantísimos de un amor que desborda. Y ahí te das cuenta que el cochecito, la mantita, las mudas de ropa, los pañales con tal gel u otro, las toallitas o el óleo calcareo, la cuna o el catre, son una anécdota. Porque el "ser madres" nos enfrenta con nuestras partes más luminosas, pero también con los costados más oscuros: culpas, dudas, historias viejas, miedo a equivocarnos, falta de tiempo, cansancio, espacios propios que se pierden, nuevas formas corporales, y tanto más.
A varias nos pasó cuando fuimos mamás por primera vez (porque con los segundos estamos "muuuuuucho más cancheras"), pensar que dar la teta era cuestión de prender al bebé y tema solucionado. Y no se hizo tan fácil. Nos encontramos con que "dar la teta", era un enorme universo de conexiones, sensaciones, luces y tormentas. Y lo que más se necesita ahí, es que no nos bajen la bandera fundamentalista de la lactancia, sino que nos acompañen mostrándonos que también podemos dar una mamadera con el más grande amor, generar conexión con la más tierna mirada, y que nuestros hijos no se enfermarán más que otros por tomar leche de fórmula.
No somos más-madres por parir sin anestesia, o por parir en forma natural, o por dar la teta hasta los cuatro años. Somos más madres cuando dejamos que la maternidad nos tome. Cuando nos permitimos vivir todos esos grises, cuando con lágrimas en los ojos podemos pedir ayuda, cuando estamos dispuestas a crear mundos fantásticos en los escenarios de ellos, cuando podemos armar castillos en la arena, mandar una notita a la maestra si hay algo que los angustia, cuando dormimos abrazados, cuando acunamos fiebres, cuando bailamos sus canciones, cuando merendamos su chocolatada, o tenemos grandes charlas con un tostado de por medio.
Después de casi un año de vivir en esta licuadora emocional, siento que las fichas muy de a poco se empiezan a ordenar. A algunas les tomará más, a otras menos. No importa el tiempo. Importa el registro de eso, creo yo. Porque ahí está el crecimiento emocional, espiritual y de vida.
Hoy celebro y revivo ese instante tan indescriptible como es el de parir a nuestros hijos. Ese momento mágico en que nos los apoyan en el pecho y la emoción tapa cualquier dolor. Y también honro todos estos nudos emocionales con los que me enfrento cada día, porque son los que me permiten seguir hurgueteando en cada uno de mis rincones, y crecer más como mujer y como mamá.
Los cuadernos de mamá
19.9.16
En una nota que hice hace un tiempito les conté que amo los cuadernos. Es una pasión que me persigue desde chica. Tengo varios y cada uno con un fin: para escribir lo que voy a hacer en la semana, para las anotaciones de mi blog, para cuando surgen inspiraciones en cualquier momento de la noche (está en la mesita de luz), para que mis hijos tengan algún dia un registro escrito de su infancia, como diario íntimo, y una caja de varios que están sin usar. A éstos últimos los atesoro, los colecciono, cada tanto los miro, los toco, y los vuelvo a guardar.
Hay veces que siento que son un capricho. Por ejemplo cuando veo uno lindo en la calle y me lo compro (¿Para qué? ¡Si tengo un montón!). Pero en realidad, no los "acumulo" por necesidad, sino por placer. ¿Será un TOC? O simplemente será que pude encontrar la felicidad en lo más pequeño (eso que siempre buscamos). El punto es que este "vicio", tiene sus orígenes en mi árbol genealógico. Claro, es verdad eso que dicen de que "la sangre no es agua". Tengo una mamá que ama los cuadernos. Pero además, le apasiona hacerlos. Esto es: encuadernarlos ella misma, coserlos, y hasta pintarlos. Yo le digo que son como pequeñas obritas de arte que usamos en la vida cotidiana. Y fue un placer charlar juntas de esta loca pasión.
Cada cuaderno, libreta, o álbum de fotos que crea Ángeles lleva su impronta. Y al hacerlos por encargue, son únicos y pensados para la persona que se adueñará de ellos. "Productos con alma", me gusta llamarlos.
Datito al pie: Mamá es docente, tiene un taller de arte, y hace cosas hermosísimas.
¿Cómo surgió la idea?
Los cuadernos se concibieron con el objetivo de poder unir dos pasiones: la pintura y la encuadernación artesanal. Encontré la forma de plasmar la pintura no solo en una obra, sino en un objeto funcional. En cuanto a la encuadernación, me encanta esto de poder recuperar oficios que han sido arrasados por las nuevas tecnologías. Siempre los pienso para una pareja de novios que quiera guadar datos de su boda, o una futura mamá que busque dejarle reflexiones a su bebé, niños u adolescentes que tengan ganas de dibujar o pegar recuerdos. Los he hecho para comuniones, bautismos, cumpleaños de 15, y hasta libros de recetas.
También haces libretas de viaje y álbumes de fotos...
Sí. Nacieron con la idea de acompañar a quienes anhelen registrar su viaje desde el comienzo. Y el propósito es que puedan volver a ellos cada vez que quieran. Por eso prefiero llamarlos cuadernos de bitácora. En cuanto a los álbumes de fotos, hago muchos para recién nacidos. Siempre pienso en todas las manos que pasarán por ellos, y sobre todo en que no se pierda esa magia de poder sentarte cómoda en un sillón y con una taza de té a ver y recordar etapas de nuestra vida y de la familia, volviendo al papel.
¿Por qué crees que pueden ser un hermoso regalo?
Porque nada está hecho azarosamente. En la mayoría de los trabajos el cliente siempre me da características de a quién se los va a regalar o para qué lo quieren especialmente. Y trabajo con características que los hagan únicos, que se note que alguien pensó en vos. Me gusta mucho esto último, y no que se regale por obligación. De esta manera el compromiso es doble y está cargado de emoción, y ese es el diferencial que tienen mis piezas.
Contame del servicio de armar cuadernos de vida personalizados
¡Qué difícil! La primera vez que lo hice fue para una amiga que confió plenamente en mi trabajo, en mi estética, y en mis sentimientos, ya que tuve que involucrarme de lleno en su vida, desde que su abuelo partió de Italia hasta la actualidad. Este trabajo es meticuloso: van fechas, lugares, fotos, recortes, recuerdos. Por eso tengo encuentros con el cliente para que me vaya contando su historia de vida. Así comienzo a pensar la idea, con diferentes técnicas que la acompañan como el origami, calados, pinturas. Algunas veces los hago interactivos para que el homenajeado pueda resolver o aportar datos que quedaron inconclusos o que se ignoran. Es un trabajo que tiene un plus intenso, que me hace poner en el papel de quién lo va a recibir y eso me llega mucho.
¿Qué sentis al hacer todo esto?
Me encanta hacer cuadernos y álbumes. Saber que pasarán otras manos por las mismas que yo cosí, plegué, pinté, o acaricié, me emociona. De chica siempre tuve mi cuadernito espiralado que de tanto uso se me iba rompiendo: pegaba entradas al cine, papeles de golosinas, alguna servilleta con un número de teléfono (no teníamos celulares para agendar), frases o un dibujito. Todo eso queda en la memoria.
¿Por qué crees que está volviendo esta tendencia de volver a hacer muchas cosas en papel?
Estoy convencida de que si bien la tecnología nos ha dado y desbordado de practicidad para guardar cosas sin que ocupen lugar y de forma organizada, necesitamos poner a flor de piel nuestra percepción. Eso de ver los papeles amarillentos o con olor a guardado es otro lenguaje. Las hojas hablan por si mismas del paso del tiempo, el color de las fotos también. Entonces, ¿Por qué tener todo impecable y ordenadito, si la vida misma no lo es?
Hace nueve años que mi mamá se dedica a hacer encuadernación artesanal, algo que ama. Y a pesar de saber que tienen un costo que no compite con aquellos hechos en serie, sigue creyendo que siempre hay gente que valora este trabajo. Por eso sus obritas son para quienes quieran que sus recuerdos se perpetuen en el tiempo con algo de magia: que puedan pasarse de mano en mano, que hablen de nuestra historia, que guarden palabras, que conserven recuerdos que se añejen con el tiempo, y que sigan haciendo honor al nombre de este proyecto taaaan pero taaaann lindo: "Los días del tiempo".
Podés chusmear su Instagram acá + ver su blog acá + escribirle a angelesziadi@gmail.com
Hay veces que siento que son un capricho. Por ejemplo cuando veo uno lindo en la calle y me lo compro (¿Para qué? ¡Si tengo un montón!). Pero en realidad, no los "acumulo" por necesidad, sino por placer. ¿Será un TOC? O simplemente será que pude encontrar la felicidad en lo más pequeño (eso que siempre buscamos). El punto es que este "vicio", tiene sus orígenes en mi árbol genealógico. Claro, es verdad eso que dicen de que "la sangre no es agua". Tengo una mamá que ama los cuadernos. Pero además, le apasiona hacerlos. Esto es: encuadernarlos ella misma, coserlos, y hasta pintarlos. Yo le digo que son como pequeñas obritas de arte que usamos en la vida cotidiana. Y fue un placer charlar juntas de esta loca pasión.
Cada cuaderno, libreta, o álbum de fotos que crea Ángeles lleva su impronta. Y al hacerlos por encargue, son únicos y pensados para la persona que se adueñará de ellos. "Productos con alma", me gusta llamarlos.
Datito al pie: Mamá es docente, tiene un taller de arte, y hace cosas hermosísimas.
¿Cómo surgió la idea?
Los cuadernos se concibieron con el objetivo de poder unir dos pasiones: la pintura y la encuadernación artesanal. Encontré la forma de plasmar la pintura no solo en una obra, sino en un objeto funcional. En cuanto a la encuadernación, me encanta esto de poder recuperar oficios que han sido arrasados por las nuevas tecnologías. Siempre los pienso para una pareja de novios que quiera guadar datos de su boda, o una futura mamá que busque dejarle reflexiones a su bebé, niños u adolescentes que tengan ganas de dibujar o pegar recuerdos. Los he hecho para comuniones, bautismos, cumpleaños de 15, y hasta libros de recetas.
También haces libretas de viaje y álbumes de fotos...
Sí. Nacieron con la idea de acompañar a quienes anhelen registrar su viaje desde el comienzo. Y el propósito es que puedan volver a ellos cada vez que quieran. Por eso prefiero llamarlos cuadernos de bitácora. En cuanto a los álbumes de fotos, hago muchos para recién nacidos. Siempre pienso en todas las manos que pasarán por ellos, y sobre todo en que no se pierda esa magia de poder sentarte cómoda en un sillón y con una taza de té a ver y recordar etapas de nuestra vida y de la familia, volviendo al papel.
¿Por qué crees que pueden ser un hermoso regalo?
Porque nada está hecho azarosamente. En la mayoría de los trabajos el cliente siempre me da características de a quién se los va a regalar o para qué lo quieren especialmente. Y trabajo con características que los hagan únicos, que se note que alguien pensó en vos. Me gusta mucho esto último, y no que se regale por obligación. De esta manera el compromiso es doble y está cargado de emoción, y ese es el diferencial que tienen mis piezas.
Contame del servicio de armar cuadernos de vida personalizados
¡Qué difícil! La primera vez que lo hice fue para una amiga que confió plenamente en mi trabajo, en mi estética, y en mis sentimientos, ya que tuve que involucrarme de lleno en su vida, desde que su abuelo partió de Italia hasta la actualidad. Este trabajo es meticuloso: van fechas, lugares, fotos, recortes, recuerdos. Por eso tengo encuentros con el cliente para que me vaya contando su historia de vida. Así comienzo a pensar la idea, con diferentes técnicas que la acompañan como el origami, calados, pinturas. Algunas veces los hago interactivos para que el homenajeado pueda resolver o aportar datos que quedaron inconclusos o que se ignoran. Es un trabajo que tiene un plus intenso, que me hace poner en el papel de quién lo va a recibir y eso me llega mucho.
¿Qué sentis al hacer todo esto?
Me encanta hacer cuadernos y álbumes. Saber que pasarán otras manos por las mismas que yo cosí, plegué, pinté, o acaricié, me emociona. De chica siempre tuve mi cuadernito espiralado que de tanto uso se me iba rompiendo: pegaba entradas al cine, papeles de golosinas, alguna servilleta con un número de teléfono (no teníamos celulares para agendar), frases o un dibujito. Todo eso queda en la memoria.
¿Por qué crees que está volviendo esta tendencia de volver a hacer muchas cosas en papel?
Estoy convencida de que si bien la tecnología nos ha dado y desbordado de practicidad para guardar cosas sin que ocupen lugar y de forma organizada, necesitamos poner a flor de piel nuestra percepción. Eso de ver los papeles amarillentos o con olor a guardado es otro lenguaje. Las hojas hablan por si mismas del paso del tiempo, el color de las fotos también. Entonces, ¿Por qué tener todo impecable y ordenadito, si la vida misma no lo es?
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Hace nueve años que mi mamá se dedica a hacer encuadernación artesanal, algo que ama. Y a pesar de saber que tienen un costo que no compite con aquellos hechos en serie, sigue creyendo que siempre hay gente que valora este trabajo. Por eso sus obritas son para quienes quieran que sus recuerdos se perpetuen en el tiempo con algo de magia: que puedan pasarse de mano en mano, que hablen de nuestra historia, que guarden palabras, que conserven recuerdos que se añejen con el tiempo, y que sigan haciendo honor al nombre de este proyecto taaaan pero taaaann lindo: "Los días del tiempo".
Podés chusmear su Instagram acá + ver su blog acá + escribirle a angelesziadi@gmail.com
La vida es riquísima
8.9.16
Admiro increíblemente a las hermosas mujeres que cocinan rico y lindo. Y más cuando hablamos de pastelería, ese gran pasaje a la infancia, a las tardes de domingo con olor a masitas caseras, al sabor único del dulce de leche que probábamos mientras mamá revolvía en la cocina, a las tortas de frutilla cada cumpleaños de primavera, y a aquellas que llevo grabadas en el alma - como la del osito cariñoso Arco Iris-, que me hizo mi madre quedándose la noche entera sin dormir.
Qué mal me siento cuando llega el cumple de mi hija y no puedo hacer más que un bizcochuelo y ponerle unos muñequitos de Peppa Pig arriba. Pero bueno. Enseguida me consuelo pensando que no se puede todo: o escribo o cocino. Entonces, como decidí escribir (y el día de mañana tendrá un lindo cuaderno en el que siempre que puedo registro etapas de su niñez), la próxima torta de cumple de ella o Bauti, la dejaré en manos de Fer Valdez de Despacho de Tortas (el que sabe, sabe). Porque no sólo me deleito con cada creación, sino que me encantó su propuesta.
Les empiezo a contar. Fer (miren su Instagram), es pastelera profesional con una impronta artesanal muy marcada. Y este riquísimo emprendimiento, surgió en 2014 cuando decidió trabajar desde su casa para poder complementar las dos actividades que ama: criar a sus tres hijos + cocinar. Así es como hoy crea "felicidad en porciones", a pedido de los clientes. Y me confirmó eso que yo intuía: hoy una torta se puede volver un objeto de deseo. Son lindas + ricas. La clave de su trabajo es que a las recetas clásicas de pastelería (las que más conocemos y nos gustan como el lemon pie, el brownie, el cheescake, y la lista sigue...), les aporta tips, trucos, y diseños novedosos acompañados de un estilo súper descontracturado.
Algo que me encantó es que en sus redes sociales, todo el tiempo nos tira tips para salir del paso o resolver trabas que no sabemos cómo despejar (¡si la hubiese tenido cerca cuando era chica y le puse té a un bizcochuelo, porque la receta decía "dos tazas de té de azúcar"!). Para ella es súper importante difundir la esencia de la cocina, respetar los tiempos y disfrutar de brindar a los que más queremos, ese mimo especial de hacerles algo casero. Hoy trabaja en su casa, donde armó un taller-cocina, y la acompañan a cada paso (y seguramente metiendo algún que otro dedo en la crema), su marido y sus hijos, con apoyo incondicional.
Me quise hacer la canchera con todo esto de la cocina, y le pedí que nos regale cinco de sus trucos pasteleros. Ya los agendé, y los tengo bien estudiados para mis próximas andanzas culinarias:
No hay dudas como dice Fernanda, que la pastelería está ligada a momentos felices. Por eso será que me gusta tanto: los postres de las abuelas y madres transmitiendo recetas de unas a otras, las sobremesas largas café de por medio, y esa magia que tienen las cosas dulces, capaces de sanar cualquier tristeza o potenciar todas las alegrías.
Qué mal me siento cuando llega el cumple de mi hija y no puedo hacer más que un bizcochuelo y ponerle unos muñequitos de Peppa Pig arriba. Pero bueno. Enseguida me consuelo pensando que no se puede todo: o escribo o cocino. Entonces, como decidí escribir (y el día de mañana tendrá un lindo cuaderno en el que siempre que puedo registro etapas de su niñez), la próxima torta de cumple de ella o Bauti, la dejaré en manos de Fer Valdez de Despacho de Tortas (el que sabe, sabe). Porque no sólo me deleito con cada creación, sino que me encantó su propuesta.
Les empiezo a contar. Fer (miren su Instagram), es pastelera profesional con una impronta artesanal muy marcada. Y este riquísimo emprendimiento, surgió en 2014 cuando decidió trabajar desde su casa para poder complementar las dos actividades que ama: criar a sus tres hijos + cocinar. Así es como hoy crea "felicidad en porciones", a pedido de los clientes. Y me confirmó eso que yo intuía: hoy una torta se puede volver un objeto de deseo. Son lindas + ricas. La clave de su trabajo es que a las recetas clásicas de pastelería (las que más conocemos y nos gustan como el lemon pie, el brownie, el cheescake, y la lista sigue...), les aporta tips, trucos, y diseños novedosos acompañados de un estilo súper descontracturado.
Algo que me encantó es que en sus redes sociales, todo el tiempo nos tira tips para salir del paso o resolver trabas que no sabemos cómo despejar (¡si la hubiese tenido cerca cuando era chica y le puse té a un bizcochuelo, porque la receta decía "dos tazas de té de azúcar"!). Para ella es súper importante difundir la esencia de la cocina, respetar los tiempos y disfrutar de brindar a los que más queremos, ese mimo especial de hacerles algo casero. Hoy trabaja en su casa, donde armó un taller-cocina, y la acompañan a cada paso (y seguramente metiendo algún que otro dedo en la crema), su marido y sus hijos, con apoyo incondicional.
Me quise hacer la canchera con todo esto de la cocina, y le pedí que nos regale cinco de sus trucos pasteleros. Ya los agendé, y los tengo bien estudiados para mis próximas andanzas culinarias:
- Para que no se peguen más las tortas: enmantecar el molde, llevarlo a la heladera y volverlo a enmantecar. Recién ahí enharinarlo.
- Una buena opción para reemplazar un huevo en una receta es por manzana rallada o 50 ml. de leche.
- 100 gramos de azúcar pueden ser reemplazados por 10/12 gramos de Stevia.
- Todo lo que se lleva al horno tiene que ir a temperatura ambiente, salvo que la receta diga lo contrario. El horno siempre se precalienta.
- El chocolate se funde a fuego directo. En caso de fundirlo con manteca, crema, leche o agua, se coloca todo junto.
No hay dudas como dice Fernanda, que la pastelería está ligada a momentos felices. Por eso será que me gusta tanto: los postres de las abuelas y madres transmitiendo recetas de unas a otras, las sobremesas largas café de por medio, y esa magia que tienen las cosas dulces, capaces de sanar cualquier tristeza o potenciar todas las alegrías.
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Sobre Mí
Soy Paz Berri. Periodista especializada en temáticas de bienestar y autoconocimiento. En este blog vas a encontrar todo lo que me inspira y hace mis días más felices: historias de mujeres creativas, reflexiones, y vida cotidiana.