Nada por sentado
19.4.20
La próxima vez que mi tire en el pasto, no quiero dar nada por sentado. El último día fue el 16 de Marzo. Y no recuerdo si de verdad lo sentí, o solamente lo pisé. Tampoco voy a dar más por sentado que puedo ir al súper o a la verdulería, y esperar a que me atiendan (¡Cuántas veces me quejé del tiempo perdido ahí!). O que tengo salud. Que puedo buscar a mis hijos en el colegio, pasar por la librería a comprar el papel glacé, y de paso unas medialunas recién horneadas en la esquina. No voy a dar más por sentado visitar a mis abuelos. Menos mal que fui antes de todo esto. Qué suerte.
No quiero dar más por sentado el café en el bar, el mate en ronda, la calesita del domingo, y la feria del parque. Tampoco los libros que pasan de mano en mano. O las juntadas con amigas que llevan dos meses de organización y dos horas de merienda. No voy a dar más por sentado viajar a ver a mi mamá. Tal vez la última vez la hubiera abrazado más. O tanto más. O que mis suegros estén siempre para el cumple de mis hijos ✨ No voy a dar más por sentado que tengo trabajo. Hoy que tuve que cancelar talleres, y ver cómo reinvento parte de mi economía, también pienso qué lindo cuando sentía que todo estaba bien. No voy a dar más por sentado juntarme con mis hermanos. Te prometo @berrijoaquin, que se levanta la cuarentena y voy a conocer tu casa.
Hoy que quiero abrazar más, dar la mano, compartir el mate, viajar por la ciudad, TOCAR la vida, y siento que no puedo...no quiero -nunca más- dar nada por sentado ❤️
#YoMeQuedoEnCasa #Coronavirus #Cuarentena
#YoMeQuedoEnCasa
27.3.20
“Es tiempo de escondernos, tal vez sea la forma de encontrarnos otra vez”, dice Lucía Gil en su canción “Volveremos a brindar”, que se convirtió en un himno a la esperanza en medio de la cuarentena por la pandemia del coronavirus.
Mientras la escuchaba el otro día, pensaba que esto de “esconderse”, incluye un combo de sentimientos encontrados. Porque si bien puede ser tiempo de estar juntos, de abrazarnos, y de despertar la creatividad, también hoy en cada hogar se mezcla el trabajo, con la escuela, y la incertidumbre acerca de qué va a pasar. En este contexto, es fundamental darle lugar a la palabra y a las emociones. Hablar con nuestros hijos, decir lo que sentimos, y tener la flexibilidad para poder reinventarnos cada día.
¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo nos organizamos? ¿Cómo manejamos nuestros propios sentimientos y los de los más chicos? Hace días que me hago estas preguntas. Así que entrevisté a Tati García Ruhstaller, psicopedagoga, a cargo de la cuenta Crianza y Aprendizaje. No se pierdan nuestra charla. Suma una mirada muy linda, acerca de estos temas que tanto nos involucran -en cuerpo y alma-, como padres ✨
Tati, ¿Qué es lo primero que te sale decirnos en medio de todo lo que está pasando?
Que sentarnos a conversar con nuestros hijos es crucial. Por empezar tenemos que saber que ya saben mucho del tema: por los medios, por sus amigos, y porque es una problemática que inundó cada familia. Por lo cual, lo más importante es comenzar preguntando “qué” es lo que saben. Y a partir de ahí, daremos la información que creamos más pertinente. Es importante decir la verdad, sin llenarlos de miedo, pero tampoco minimizando lo que pasa.
O sea, que no hay que decirles que “no pasa nada” para no preocuparlos…
Decirles que “no pasa nada” (como ya me han consultado varios padres) es mentirles. Recordemos que nuestros hijos entienden todo lo que sucede a su alrededor. Escuchan conversaciones, acceden a los medios, y captan nuestras emociones. Así que hay que poder hablar de esto, dejar que los sentimientos fluyan, y acompañar.
¿Está bien que sepan que nosotros también tenemos miedo?
Poder expresarles que tenemos miedo no es un problema. Es una realidad. Debemos aprovechar esta oportunidad para hablar sobre la responsabilidad, el cuidado del otro, la empatía, y la solidaridad. Explicarles por qué tenemos que estar adentro de casa, por qué salir nos pone en riesgo a nosotros y a los otros. Es una gran oportunidad de aprendizaje esta situación. Y está bien que podamos decirles que a nosotros también nos pasan cosas. Poder mostrar miedo, tristeza, preocupación. Todo sin generar pánico, pero transmitiendo lo que nos está atravesando.
¿Cómo podemos organizarnos en casa con los deberes escolares? Se hace difícil cuando los adultos también tenemos que seguir trabajando.
Esto también es un gran aprendizaje para la familia. Y estamos en proceso de adaptación. Por lo cual, habrá ensayo y error. Lo más importante es organizar la ayuda de todos en la casa. Organizar horarios para hacer tareas, para jugar, para usar la play, y para cocinar. Y saber que muchos de los acuerdos que vamos haciendo, también pueden ir cambiando sobre la marcha. Esta situación nueva, pone a prueba nuestra creatividad y flexibilidad. Y también nuestra paciencia. Ser pacientes con nuestros hijos en estos días es clave. Porque a ellos también se les despiertan temores, preocupaciones y ansiedad. Hablemos de esto. De sus emociones. De las nuestras. Demos lugar a la palabra.
¿Qué consejos podés darnos para llevarla mejor?
- Poner horarios. Es preferible saber que tenemos dos horas para estudiar, que decir “tengo todo el día”. Generalmente cuando no organizamos los horarios, queda todo para último momento, se acumulan cosas, y esto provoca enojo y angustia.
- Usar calendario/agenda. Que esté a la vista. Agendar entregas y trabajos allí.
- Ayudarlos. Debemos fomentar que sean independientes, pero sin dejarlos solos por completo. Esta modalidad “home schooling” es nueva para ellos, y también para nosotros. Acompañarlos, sobre todo al principio.
- Incentivarlos a que puedan escribirles a sus profesores. Que se comuniquen con ellos. Que puedan expresarles lo que les cuesta. Sus inconvenientes o sus obstáculos. Es importante que los docentes sepan lo que les está pasando y como lo están viviendo. Tenemos que pensar que detrás de ese alumno, hay también una familia preocupada y que esto genera distintas emociones.
- Generar tiempo libre. Que haya espacio para el descanso y juegos en familia es fundamental. No pensemos que la casa se convierte en un colegio, ni los padres en docentes exigentes. Aprovechemos para sacar juegos de mesa, cocinar, bajar nuevas aplicaciones, y divertirnos en familia como sea. Se hace lo que se puede, y cada uno dará lo mejor de sí.
¿Cómo manejar los tiempos de la tecnología en estos días?
Hoy en día a la tecnología la necesitamos más que nunca. Porque no sólo nos conecta con “el afuera” y nuestros seres queridos, sino que a través de las diferentes plataformas, los chicos tienen sus clases virtuales y acceso a juegos y distracción. Es importante dejar que se conecten y que asistan a sus clases (acompañándolos en su uso), pero también poder poner un corte, y horarios de conexión. Lo ideal es que no se acuesten conectados y que podamos conservar rutinas y hábitos. Un consejo: antes de dormir que sea un momento tranquilo: de cuentos o relax.
Me gustaría que nos dejes un mensaje a todos…
Lo más importante es aprender de esta experiencia. Aprender a convivir 24 horas sin salir de casa. A ser solidarios. A empatizar. A cuidarse y cuidar al otro. A respetar normas. A organizarse y compartir en la casa. A ser responsables. Seamos un buen ejemplo. ¡Es una gran oportunidad para nosotros, como padres para poder dar el ejemplo! ¡Seamos Solidarios!
#YoMeQuedoEnCasa
A Tati podés seguirla en Instagram en: https://www.instagram.com/crianza_y_aprendizaje/ o escribirle a tatiruhstaller@gmail.com Tiene consultorio con Orientación para Padres en San Isidro (Buenos Aires), y además trabaja con todo lo relacionado a Grupos de estudio- Métodos de estudio. ¡Y es un amor! ¡Gracias Tati por tu aporte!
Darle lugar a la tristeza
26.3.20
{Tiempo de Cuarentena}
Ayer después de que Olivia lloró porque no va a poder festejar su cumpleaños con amigas, y que Bautista lloró porque "no sabía por qué", y yo lloré porque ellos lloraban (y porque quería llorar), y mi marido lloró (para adentro) porque fue el cumpleaños de mi suegro y no pudimos verlo, quedamos todos más livianos. El aire en casa se renovó. Largamos lo que teníamos atravesado. Y me acordé de este fragmento de la película #Intensamente.
Alegría busca que Bing Bong no llore, por algo que lo tenía triste. Le dice que "todo va a estar bien" y que hay que seguir. Pero él no puede. Hasta que Tristeza se sienta a su lado, lo escucha, y le permite "drenar" la angustia. Sólo ahí, el viaje puede continuar. Entonces, Alegría descubre por primera vez, que así como es importante reir, bailar, y cantar, también es fundamental darle lugar a la tristeza. Poder DECIR.
Porque como puse en un texto que escribí hace un tiempo, a las palabras que no decimos, no se las lleva el viento. Nos calan hondo. Y dejan huella. Porque decir libera. Descomprime. Acomoda. Decir es como levantarle la tapa a una olla a presión. Deja salir. ¿Cuánto pesa lo que no decimos? ¿A dónde va lo que nos guardamos, lo que callamos, lo que no podemos (sabemos) decir? Sí. A veces debemos aprender a decir. No siempre es fácil. Tal vez decir sea un arte. Una virtud. Una forma de sanar (otra de tantas).
En estos días en donde aprendemos recetas on line, meditaciones, figuras de origami, clases de gym, y técnicas para dibujar, a lo mejor sea momento -también- de aprender a decir ❤️
Qué bien hace.
#YoMeQuedoEnCasa
#YoMeQuedoEnCasa
¿Tu teléfono te pertenece o le pertenecés a tu teléfono? (Parte 3)
12.3.20
Es que como leí una vez por ahí, y también escribí en aquella primera nota que hice sobre el tema, “vivimos entre pantallas táctiles que nos hacen perder el tacto con el mundo”. Tenemos las 24 horas el aparato en la mano: al levantarnos, al acostarnos, al sentarnos a comer, cuando jugamos con nuestros hijos, cuando estamos trabajando, en medio de una conversación. Y qué difícil es a veces encontrar ese punto medio de equilibrio, y hacer un buen uso. Tal como dice Santiago Bilinkis, autor del libro “Guía para sobrevivir al presente”: “El desafío es que podamos crear plataformas al servicio de la vida que queremos vivir, y no de la vida que otros necesitan que vivamos. Que podamos adueñarnos de eso existente, pero revisar cómo lo consumimos y transformamos”.
Así que la propuesta es una vez más, hacer un mejor uso del celular. O como dicen desde Motorola, llegar a ser un “Phone-consciente”: usar la tecnología para ahorrar tiempo y energía, que después podamos invertir en cosas que nos importan. Comprender el valor de las relaciones y cómo aprovecharlas. Tener horarios para el Smartphone y para vivir el momento. Y sobre todo, poder ver que el equilibrio entre el celular y nuestra vida es algo que necesitamos cuidar. Y trabajar para mantenerlo.
¿Te animás a hacer la prueba de desconectarte del celular por unos días? Rangan Chatterjee, ofrece en su libro un plan para que puedas lograrlo. Una idea que da es apagar el aparato una hora antes de irnos a dormir, y hacer esta prueba durante una semana. Y lo mismo a la mañana. Encenderlo recién una hora después de habernos levantado. Otra, es desactivar la función de notificaciones en el móvil (IG, FB, mails). “Nos volvemos adictos a las notificaciones”, comenta Chatterjee. Y sigue: “Si las eliminamos, sólo veremos la información nueva cuando nosotros elijamos hacerlo (y así dejaremos de estar siempre localizables o disponibles)”.
La invitación es a que cuestionemos nuestras rutinas. Que veamos qué elegimos nosotros y qué eligieron por nosotros. No estar tan direccionados desde afuera. Preguntarnos si sólo porque hay funciones que existen hay que usarlas. Qué pasa si no lo hacemos. Empezar a tener el control. Así que acá les dejo el programa que este médico propone, con una desintoxicación digital de siete días. La idea es que llegues a poder pasar un domingo sin el celular, bajando su uso de a poco desde el lunes. ¿Arrancamos?
LUNES: Desactivá las notificaciones en tu teléfono o Tablet.
MARTES: Date de baja de listas de correo superfluas.
MIERCOLES: Configurá tus aplicaciones de correo electrónico para actualizarlas manualmente. Eliminá los correos del trabajo del móvil.
JUEVES: Guardá el celular en una caja a la hora de comer.
VIERNES: ¿Podés apagar todos tus dispositivos electrónicos 90 minutos antes de irte a dormir? Desactivá la bandeja de entrada del correo de tu celular hasta el lunes a la mañana.
SÁBADO: Dedicá dos períodos de una hora a no usar ningún dispositivo. Intenta disfrutar de algún momento especial sin publicarlo en las redes.
DOMINGO: Pasá el día desconectada sin mirar ninguna pantalla.
Levantemos la mirada, que ahí está la conexión más importante.
Si querés seguir leyendo sobre el tema, en este link está la "Parte 2" de "¿Tu teléfono te pertenece o le pertenecés a tu teléfono?". Y acá tips para acordar un mejor uso del celular en familia.
*El test Motorola Phone-Life Balance se llevó a cabo online entre el 21 de Marzo al 31 de Julio de 2018.
Decir hace bien
13.12.19
#DecirHaceBien. Porque a las palabras que no se dicen, no se las lleva el viento. Nos calan hondo. Y dejan huella. Porque decir libera. Descomprime. Acomoda. Decir es como levantarle la tapa a una olla a presión. Deja salir. ¿Cuánto pesa lo que no decimos? ¿A dónde va lo que nos guardamos, lo que callamos, lo que no podemos (sabemos) decir? Sí. A veces debemos aprender a decir. No siempre es fácil. Tal vez decir sea un arte. Una virtud. Una forma de sanar (Otra de tantas). Una manera de amar >> Decir une. Acorta. Repara. Permite volver a empezar. O terminar.
Este fin de año, donde se nos atragantan el pan dulce y las palabras, tal vez sea un buen deseo, desear poder decir ❤️
Gracias @ermidespottery por este mate que dice.
Enfermar para sanar
5.12.19
{Nota para Ser + Positivo}
“No estamos aquí para sanar nuestras enfermedades sino para que nuestras enfermedades nos sanen”. Con este textual de Carl Jung (médico psiquiatra y psicólogo suizo), Flor Fasanella, farmacéutica integrativa, especializada en plantas medicinales, abre uno de sus cursos on line de fitomedicina y decodificación de enfermedades. Y acá me quedó resonando la idea. Porque me gusta mucho esta mirada que ubica a la enfermedad como un mensaje del cuerpo que nos invita a rever patrones y conductas, para volver al eje. Hablé con Flor, para una entrevista en Ser+Positivo, y acá les comparto la entrevista.
Flor, ¿Qué es para vos la enfermedad?
Para mí la enfermedad es un mensaje del cuerpo, una llamada de atención que nos dice que no estamos viviendo equilibrados. La enfermedad que se manifiesta en nuestro cuerpo está relacionada con algo que nos sucede a nivel emocional y mental, por eso es un aviso, porque muchas veces estamos desequilibrados emocionalmente y no lo registramos. Entonces al llegar al cuerpo físico, es innegable que algo no anda bien, y nos obliga a actuar para cuidarnos y equilibrarnos.
Leí por ahí una frase de Carl Jung que dice que “No estamos aquí para sanar nuestras enfermedades, sino para que nuestras enfermedades nos sanen”. ¿Por qué sería así?
Porque la enfermedad es como una “traductora” de lo que sucede a niveles más profundos. Cuando digo niveles profundos me refiero a nivel de las emociones y pensamientos. Por ejemplo: tengo problemas respiratorios continuamente, ¿qué es lo que me está diciendo mi cuerpo? Seguramente necesite expresar algo que no me animo a decir.
¿Y qué sería estar sanos?
Para mí la salud es un estado de equilibrio físico, mental y emocional. Al ser un conjunto de cosas, es importante que cuidemos todas sus aristas.
¿Qué podemos hacer en lo cotidiano para lograrlo?
Me gusta mucho la pregunta, porque hay algo que siempre digo con respecto a esto. Yo me levanto a la mañana y me pregunto “¿Qué es lo que puedo hacer hoy para cuidarme?”. Y ahí pienso en algo, pequeño, algo que no hice ayer, algo más que pueda sumar a mi vida y día para sentirme bien. Las respuestas son múltiples: puede ser respirar hondo y agradecer al despertar, tomar un vaso de agua con limón antes de desayunar para depurar el organismo, caminar 30 minutos, correr una vuelta de manzana, tomar una infusión que no había probado, decirle a alguien que lo quiero, etc. Lo que cada uno sienta que lo ayudará a cuidarse más y sentirse mejor.
¿Qué es la Decodificación Biológica de Enfermedades?
La Decodificación es una forma de traducir el idioma del cuerpo físico. Por eso nos ayuda a tener una mejor calidad de vida. Porque si tengo gastritis, ya no basta con ver qué me puedo tomar para ese síntoma, también es necesario entender qué me pasa emocionalmente (para trabajar esa emoción y sanarme). Si me limito a tomar la pastilla y nada más, el síntoma volverá una y otra vez hasta que logre sanar el desequilibrio emocional detrás del síntoma.
¿Y cómo trabaja? ¿Son sesiones, es una vez, puede hacerse on line?
Se trabaja en encuentros individuales. Algunos decodificadores lo unen con el análisis del árbol genealógico. Yo particularmente lo uno con la Fitoterapia que es mi otro eje de trabajo. Entonces enseño a las personas a entender los síntomas y a trabajar con el cuerpo físico como aliado. Abrazando la enfermedad, y dando claridad acerca de qué es lo que realmente se tiene que trabajar cuando el cuerpo duele. También doy cursos y formaciones.
Vos decís por ahí que la enfermedad es un mensaje, y que si lo oímos es una puerta que nos puede llevar a crecer y madurar. ¿Pero qué pasa en el caso de las enfermedades que no tienen cura?
Yo creo que todo depende de la mirada que tengamos hacia la enfermedad. Porque el hecho de que se diga que no tiene cura, es una visión de la medicina alopática, que lo que está diciendo es “tu cuerpo físico no puede eliminar esta enfermedad”. Respeto esa visión, pero creo que es incompleta. Porque la enfermedad no es solo del cuerpo físico, es también de nuestras emociones y pensamientos. Entonces, si la pienso integrativamente sí se puede curar.
Claro. Pero también hay casos que son terminales. A veces hay gente que hace mucho para sanar, y finalmente muere a causa de la enfermedad.
Es muy importante esto también, y yo hablo mucho de eso en mis cursos. En el caso de enfermedades terminales, no debemos suponer que suceden porque “no me pude curar” o “hice las cosas mal”. Porque los seres humanos venimos a aprender a vivir a través de todo nuestro ser: las emociones, la mente y el cuerpo físico. Hay veces que las enfermedades vienen para ser transitadas, porque necesitamos esa lección de vida, aprender algo de ella, y no necesariamente ser curadas. Desde la medicina alopática te pueden decir que no tiene cura, pero tal vez vos ya estás haciendo el proceso de curación a un nivel más profundo que este tipo de medicina no puede medir ni cuantificar.
Si hay algo breve que nos puedas contar de los sistemas que forman nuestro organismo, y cómo aprender a interpretar sus dolores, nos vendría súper bien.
Sí, acá va:
- Sistema digestivo: expresa mi vínculo con el mundo exterior, normalmente muy asociado a enojos no expresados, o situaciones que no pude “digerir”.
- Sistema inmune: es mi defensa, por lo que se asocia a sentirme desprotegido o protegido de más (ahogado).
- Sistema nervioso: es muy complejo y se relaciona con nuestra sensibilidad para ver el mundo.
- Sistema circulatorio: la sangre se asocia a la familia, también podemos pensar en problemas que tienen que ver con la no expresión de las emociones.
- Sistema locomotor: dependiendo donde se ubique el problema, puede relacionarse con el sentido de mi vida, el sentido con el que hago las cosas o mi capacidad de manifestar.
- Sistema Tegumentario (Piel): expresa problemáticas de contacto tanto deficiente como excesivo. Por ejemplo psoriasis se debe a la falta de un contacto, alguien que se fue, se mudó o murió.
- Sistema endocrino: es muy complejo para generalizar porque hay que analizar cada glándula por separado. Por ejemplo, en el caso de la glándula tiroides, sus patologías se relacionan con el estar siempre al servicio del otro y no darse lo suficiente a sí mismo.
- Sistema respiratorio: se relaciona con la comunicación, lo que no dije, lo que me quedó atragantado, lo que no expreso o me da miedo decir.
Y en cuanto a la medicina orienta-occidental: ¿Qué opinás? ¿Se deben complementar?
Creo que estamos en una época donde la clave es la integración. Por eso puedo entender que la medicina alopática brinda grandes aportes que salvan vidas, y las medicinas orientales nos aportan una mirada más completa de lo que nos sucede. No creo que una sea mejor que la otra en términos generales, creo que son distintas y se pueden complementar para potenciar y mejorar la salud física, mental y emocional de las personas. Particularmente yo soy farmacéutica y también estudio Medicina China, y cada vez más veo que la ciencia está encontrando la explicación para cosas que decían los chinos hace 3000 años, eso me parece fabuloso. Hoy las personas se están empezando a dar cuenta de que todo está relacionado. Por ejemplo: Me enojo e inmediatamente me duele la panza.
Ahora que lo decís, pienso que cada vez se habla más acerca de esto de que el intestino es el segundo cerebro. ¿Por qué está tan relacionado el estrés, a los dolores de panza, inflamaciones y demás?
El sistema digestivo está lleno de nervios, abrazado por el sistema nervioso. Son dos sistemas muy conectados. Por eso lo que me pasa a nivel nervioso tiene una implicancia a nivel digestivo. Ya los chinos decían “como está tu mente está tu estómago” haciendo referencia a esto. En especial, el intestino es muy sensible a la información que le llega del sistema nervioso, incluso se encontraron neurotransmisores adentro. Nosotros tenemos un sistema nervioso que se llama autónomo: éste se divide en simpático y parasimpático (tienen efectos contrarios). El simpático se activa con el estrés, y el parasimpático cuando estamos relajados. El parasimpático es el que se encarga de activar la digestión y el simpático la inhibe. Por eso, cuando estamos estresados (sistema simpático activo), no podemos digerir bien la comida, y comienzan los típicos problemas digestivos: acidez, gastritis, inflamaciones intestinales, dispepsias, colon irritable.
Me encantó hablar con Flor. Si quieren seguir conociéndola, les dejo sus datos:
Instagram: https://www.instagram.com/florecerfitomedicina/
Web: https://florecer-medicinanatural.com/
Ahora que lo decís, pienso que cada vez se habla más acerca de esto de que el intestino es el segundo cerebro. ¿Por qué está tan relacionado el estrés, a los dolores de panza, inflamaciones y demás?
El sistema digestivo está lleno de nervios, abrazado por el sistema nervioso. Son dos sistemas muy conectados. Por eso lo que me pasa a nivel nervioso tiene una implicancia a nivel digestivo. Ya los chinos decían “como está tu mente está tu estómago” haciendo referencia a esto. En especial, el intestino es muy sensible a la información que le llega del sistema nervioso, incluso se encontraron neurotransmisores adentro. Nosotros tenemos un sistema nervioso que se llama autónomo: éste se divide en simpático y parasimpático (tienen efectos contrarios). El simpático se activa con el estrés, y el parasimpático cuando estamos relajados. El parasimpático es el que se encarga de activar la digestión y el simpático la inhibe. Por eso, cuando estamos estresados (sistema simpático activo), no podemos digerir bien la comida, y comienzan los típicos problemas digestivos: acidez, gastritis, inflamaciones intestinales, dispepsias, colon irritable.
Me encantó hablar con Flor. Si quieren seguir conociéndola, les dejo sus datos:
Instagram: https://www.instagram.com/florecerfitomedicina/
Web: https://florecer-medicinanatural.com/
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Sobre Mí
Soy Paz Berri. Periodista especializada en temáticas de bienestar y autoconocimiento. En este blog vas a encontrar todo lo que me inspira y hace mis días más felices: historias de mujeres creativas, reflexiones, y vida cotidiana.