En una nota que hice hace un tiempito les conté que amo los cuadernos. Es una pasión que me persigue desde chica. Tengo varios y cada uno con un fin: para escribir lo que voy a hacer en la semana, para las anotaciones de mi blog, para cuando surgen inspiraciones en cualquier momento de la noche (está en la mesita de luz), para que mis hijos tengan algún dia un registro escrito de su infancia, como diario íntimo, y una caja de varios que están sin usar. A éstos últimos los atesoro, los colecciono, cada tanto los miro, los toco, y los vuelvo a guardar.

Hay veces que siento que son un capricho. Por ejemplo cuando veo uno lindo en la calle y me lo compro (¿Para qué? ¡Si tengo un montón!). Pero en realidad, no los "acumulo" por necesidad, sino por placer. ¿Será un TOC? O simplemente será que pude encontrar la felicidad en lo más pequeño (eso que siempre buscamos). El punto es que este "vicio", tiene sus orígenes en mi árbol genealógico. Claro, es verdad eso que dicen de que "la sangre no es agua". Tengo una mamá que ama los cuadernos. Pero además, le apasiona hacerlos. Esto es: encuadernarlos ella misma, coserlos, y hasta pintarlos. Yo le digo que son como pequeñas obritas de arte que usamos en la vida cotidiana. Y fue un placer charlar juntas de esta loca pasión.


Cada cuaderno, libreta, o álbum de fotos que crea Ángeles lleva su impronta. Y al hacerlos por encargue, son únicos y pensados para la persona que se adueñará de ellos. "Productos con alma", me gusta llamarlos.



Datito al pie: Mamá es docente, tiene un taller de arte, y hace cosas hermosísimas.  

¿Cómo surgió la idea?
Los cuadernos se concibieron con el objetivo de poder unir dos pasiones: la pintura y la encuadernación artesanal. Encontré la forma de plasmar la pintura no solo en una obra, sino en un objeto funcional. En cuanto a la encuadernación, me encanta esto de poder recuperar oficios que han sido arrasados por las nuevas tecnologías. Siempre los pienso para una pareja de novios que quiera guadar datos de su boda, o una futura mamá que busque dejarle reflexiones a su bebé, niños u adolescentes que tengan ganas de dibujar o pegar recuerdos. Los he hecho para comuniones, bautismos, cumpleaños de 15, y hasta libros de recetas.

También haces libretas de viaje y álbumes de fotos...
Sí. Nacieron con la idea de acompañar a quienes anhelen registrar su viaje desde el comienzo. Y el propósito es que puedan volver a ellos cada vez que quieran. Por eso prefiero llamarlos cuadernos de bitácora. En cuanto a los álbumes de fotos, hago muchos para recién nacidos. Siempre pienso en todas las manos que pasarán por ellos, y sobre todo en que no se pierda esa magia de poder sentarte cómoda en un sillón y con una taza de té a ver y recordar etapas de nuestra vida y de la familia, volviendo al papel.


¿Por qué crees que pueden ser un hermoso regalo?
Porque nada está hecho azarosamente. En la mayoría de los trabajos el cliente siempre me da características de a quién se los va a regalar o para qué lo quieren especialmente. Y trabajo con características que los hagan únicos, que se note que alguien pensó en vos. Me gusta mucho esto último, y no que se regale por obligación. De esta manera el compromiso es doble y está cargado de emoción, y ese es el diferencial que tienen mis piezas.

Contame del servicio de armar cuadernos de vida personalizados
¡Qué difícil! La primera vez que lo hice fue para una amiga que confió plenamente en mi trabajo, en mi estética, y en mis sentimientos, ya que tuve que involucrarme de lleno en su vida, desde que su abuelo partió de Italia hasta la actualidad. Este trabajo es meticuloso: van fechas, lugares, fotos, recortes, recuerdos. Por eso tengo encuentros con el cliente para que me vaya contando su historia de vida. Así comienzo a pensar la idea, con diferentes técnicas que la acompañan como el origami, calados, pinturas. Algunas veces los hago interactivos para que el homenajeado pueda resolver o aportar datos que quedaron inconclusos o que se ignoran. Es un trabajo que tiene un plus intenso, que me hace poner en el papel de quién lo va a recibir y eso me llega mucho.


¿Qué sentis al hacer todo esto?
Me encanta hacer cuadernos y álbumes. Saber que pasarán otras manos por las mismas que yo cosí, plegué, pinté, o acaricié, me emociona. De chica siempre tuve mi cuadernito espiralado que de tanto uso se me iba rompiendo: pegaba entradas al cine, papeles de golosinas, alguna servilleta con un número de teléfono (no teníamos celulares para agendar), frases o un dibujito. Todo eso queda en la memoria.




¿Por qué crees que está volviendo esta tendencia de volver a hacer muchas cosas en papel?
Estoy convencida de que si bien la tecnología nos ha dado y desbordado de practicidad para guardar cosas sin que ocupen lugar y de forma organizada, necesitamos poner a flor de piel nuestra percepción. Eso de ver los papeles amarillentos o con olor a guardado es otro lenguaje. Las hojas hablan por si mismas del paso del tiempo, el color de las fotos también. Entonces, ¿Por qué tener todo impecable y ordenadito, si la vida misma no lo es?

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Hace nueve años que mi mamá se dedica a hacer encuadernación artesanal, algo que ama. Y a pesar de saber que tienen un costo que no compite con aquellos hechos en serie, sigue creyendo que siempre hay gente que valora este trabajo. Por eso sus obritas son para quienes quieran que sus recuerdos se perpetuen en el tiempo con algo de magia: que puedan pasarse de mano en mano, que hablen de nuestra historia, que guarden palabras, que conserven recuerdos que se añejen con el tiempo, y que sigan haciendo honor al nombre de este proyecto taaaan pero taaaann lindo: "Los días del tiempo".

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