Esta semana Olivia llegó del colegio contándome un cuento que les habían narrado. Se trataba de un perro que se llamaba Rufus, pero que se portaba tan pero tan mal, que como lo vivían retando, él creía que se llamaba "NO" (Claro, es que siempre escuchaba: "Rufus NO hagas esto", "NO toques aquello", "NO te subas ahí", "NO muerdas allá"). En casa nos reímos, y enseguida miramos al pequeño Bautista (Sí, el de la foto). "Cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia", pensé. Es que tantas veces me pregunto hasta dónde marcar la cancha, y en qué momentos hacer "la vista gorda". Supongo que les pasa. Nos pasa a todas.

Por eso me encantó charlar este mes de LÍMITES con Tati García Ruhstaller. Para las que no hayan leído la nota anterior, Tati es psicopedagoga, y está todos los meses en el blog hablando de estos temas que tanto nos involucran (en cuerpo y alma), como mamás. Preparensé un té de tilo (ja!), y tomen nota:

Tati, ¿Qué son los límites?
Hablar sobre límites pareciera ser un tema fácil, sin embargo no lo es. Cada autor y cada familia lo define a su manera y con su estilo. El "límite" viene del latín y significa “borde”. El límite enseña que “no se puede todo”, que no basta desear para tener o hacer. Nos muestra que hay “leyes”, pautas, un orden. Cuando ponemos límites claros enseñamos a “elegir “. Es importante que marquemos esos bordes, y que desde niños, nuestros hijos incorporen tanto un “si” como un “no”. El tema de los limites es crucial y necesario si hablamos de una crianza sana.

¿Qué pasa con los padres que a veces no ponemos límites para evitar el conflicto?
Hay que saber que los límites no son negociables. Cuando los límites son claros, sostenidos y cumplidos en el tiempo, los niños ya no nos van a desafiar. Cuando ellos comprenden que los límites no se negocian, solo nuestra palabra basta. No habrá gritos, ni llantos, ni momentos de nervios. Eso dependerá de que nuestro accionar sea siempre coherente y sostenido. No podemos ceder algunas veces y otras  no, porque eso confunde. Es importante ser lo más repetitivos posible en nuestras rutinas. Esto da “orden” y el orden da rutina y seguridad.

A veces el NO, funciona como un "fantasma" para los padres...
Decir NO a un niño suele angustiarnos mucho. Sobre todo porque nos duele tener que escucharlos llorar o “verlos tristes”. Siempre es importante mantener una conducta coherente entre los padres (y no que uno acceda y el otro no). Lo importante es la firmeza ante aquello que creemos que no puede ser negociable, aunque el pequeño llore, patalee, o nos deje de hablar por una semana (en edades más avanzadas). Un límite no es negociar. Es claro, conciso, y a veces sin tantas explicaciones mediante.

Muchas veces los padres nos ponemos a la misma altura de los hijos, y eso no es bueno. ¿Vos cómo lo ves?

La relación entre los padres y los hijos tiene que ser “asimétrica”. En esto suelo hacer bastante hincapié, ya que a menudo me encuentro con padres que parecieran ser más “amigos” de sus hijos que “padres”. Lo que deberíamos pensar como adultos responsables de nuestros hijos, es que ellos nos necesitan en esa función, en ese rol. Ellos necesitan “padres” presentes, que acompañen y apoyen. Acompañar implica hacerlo con responsabilidad, con tiempo, con escucha, y con mirada atenta. Y con límites.

¿Y en cuanto a la era del "YA"? Nos piden todo, queremos dar todo, y no sabemos frenar...
No podemos ni debemos “complacer todos sus deseos”. Sus deseos, como tales, deben ser buscados, “esperados” y obtenidos con esfuerzo. Más allá de nuestra economía, brindarle todo “ya” anula a nuestros hijos. Le anula la capacidad de esperar, de ansiar y de desear. Y el deseo es el motor de nuestras vidas. Lo que se gana con esfuerzo, con dedicación y con espera, es realmente más apreciado, más disfrutado y más valorado.

¿Cómo sería poner límites con amor? A veces en lo cotidiano salen los gritos y se desata el caos...

Así es la paternidad. Por supuesto que hay momentos que nos encuentran más cansados y con menos posibilidad de actuar con “estrategia”. No hay padres perfectos y educar es transitar ese camino, que en ocasiones es sinuoso. Habrá gritos, habrá retos desmedidos, y luego reflexionaremos y volveremos a la calma. Pero es importante que de esa experiencia aprendamos juntos. Esto ayuda a que les podamos hacer una advertencia la próxima vez antes de que se desate el caos. Ahí podremos decirles:
"¿Te acordás lo que pasó la última vez que tuve que pedirte cinco veces que te vayas a bañar? Bueno, la idea sería que no pase lo mismo". A medida que ellos sepan que cuando exigimos algo, eso va a ocurrir, los gritos, enojos y momentos de furia van a ir desapareciendo, porque nuestra palabra sola bastará.

¿Hay veces que podemos "hacer la vista gorda"?
Sí, estoy de acuerdo. Yo utilizo mucho la frase “elegir las batallas”. No se puede estar en batalla constante. Hay que ir de a poco, seleccionando las batallas que nos parecen importantes y dejando otras atrás, no se puede abatallar todo el tiempo.

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"Ser padres no es una tarea fácil", me dijo Tati. Y claro que lo comparto. Creo que es el trabajo más difícil y hermoso que me tocó hacer hasta ahora. Qué bueno sería poder aprender a poner el límite justo siempre, sabiendo que ser padres también implica equivocarse. Ojalá podamos.

A Tati podés seguirla en Instagram en @crianza_y_aprendizaje o escribirle a tatiruhstaller@gmail.com ¡No dejes de consultarle por sus charlas de crianza! Tiene consultorio en zona norte (Buenos Aires). ¿Algo más? Estate atenta porque la próxima nota (de Julio) será acerca del juego, el aburrimiento, y los mejores programas para las vacaciones de Invierno (que no implican necesariamente andar a las corridas ni desembolsar un dineral). ¡A no enloquecer!