Querida incertidumbre: te dejo las llaves de casa/oficina/negocio arriba de la mesa. Total ya entraste sin permiso, y estás cómoda en el sillón (y cómo nos cuesta soltar el control).

Prendemos la tele o la radio, y sólo se escucha hablar de vos. Nos perseguís adonde vayamos: estás ahí mientras hacemos la lista del súper, el pedido de materiales para una obra en construcción, o hablamos con el mayorista para que entregue productos.

Algunos locales colgaron carteles que te mencionan ("Hasta nuevo aviso" dicen por ahí). Se siente angustia y desconcierto. Y también enojo.

En esta Argentina que tanto amo, por momentos parecés un "deja vu". Y te ponés intensa.

Yo sé que siempre estuviste ahí. No te la creas tanto. Pero después del 2020 (que te hiciste tan presente, aunque por otras circunstancias), parecía que habíamos empezado a convivir más o menos bien. Aún sabiendo que podías aparecer de repente, nos animábamos a proyectar, a armar viajes, comprometernos con un alquiler, pensar negocios, y hasta sostener precios por un mes (algo tan b á s i c o).

Pero hoy ni eso, querida mía. Confirmaste una certeza. Sí, UNA CERTEZA. Qué ironía. Que de verdad no sabemos lo que va a pasar mañana.

Hace unos años una psicóloga me decía que sos uno de los estresores más fuertes de la humanidad. Sí, vos con esa idea que nos metés en la cabeza de que todo puede desmoronarse en poco tiempo. De que todo -o nada- puede pasar en cualquier momento. Porque al fin y al cabo, no sabemos. Entonces, pienso, si ser capaces de aceptarte, no sería como tener un súper-poder.

Como te decía, vení ponete cómoda. Te doy las llaves de casa, porque a lo mejor no nos quede otra que hacerte lugar y tener(te) paciencia (gran virtud). Para que en esta realidad tan cambiante, podamos vivir con un poco más de calma y libertad 🙏