Movimiento es cómo bailamos la vida. Cómo comemos, amamos y nos relacionamos. Movimiento es lo que creamos (y creemos), lo que vestimos, lo que decimos (y también, callamos). Cómo habitamos el mundo.

Esta frase salió de un taller hermoso que hice con Elisa Chapado y Maga Clazon. Fue una invitación a conectar con el poder transformador del movimiento. Para bajar de la cabeza al cuerpo. Y hacer magia ❤

Me quedó resonando esto de que la búsqueda pasa por empezar a elegir una vida más liviana, más conectada con lo esencial. Que somos nuestras propias maestras: nadie va a saber qué necesitamos, más que nosotras mismas. Que debemos dejar atrás patrones, formas y creencias viejas, para relacionarnos desde otro lugar con el cuerpo (con qué sentimos).

Que nuestras historias de vida están grabadas en el cuerpo, y nos traen información. Entonces, debemos escucharlo, honrarlo y amigarnos con su misión. Que podemos preguntarnos a diario: ¿Qué energía me estoy dando? ¿Qué de todo lo que hay para nutrir mi bienestar, hace más sentido para mí? Que el cuerpo es un templo sagrado, un regalo de la naturaleza. Y que la mayoría de los problemas y dolencias (corporales y del alma), nacen de la desconexión mente-cuerpo-espíritu. Que todo está adentro nuestro. Tenemos que iluminar las partes dormidas, las sombras, las heridas.

Que debemos dejar de ser conscientes del cuerpo sólo cuando hay un dolor. Que estar siempre en la cabeza es lo que nos lleva al HACER (en vez de SER). Que las emociones no procesadas bloquean partes corporales, nos ponen rígidas (¿Qué necesidad no resuelta hay en mi sentir?). Que si reconozco el dolor, lo puedo transformar. Que a veces necesitamos no hacer nada. Que todo lo que ingresa a mi vida es nutriente: el alimento, los vínculos, el agua, el aire, los pensamientos 🙏

Me encantó. G r a c i a s.